
El pasado 18 de noviembre Serbia despidió de los terrenos de juego a uno de sus mejores delanteros de la historia, su nombre es bien conocido en España: Savo Milosevic.
Con 35 años, el nueve marcó dos goles en su partido de despedida contra Bulgaria en un amistoso. Un broche de carrera para una extensa de carrera.
Con 35 años, el nueve marcó dos goles en su partido de despedida contra Bulgaria en un amistoso. Un broche de carrera para una extensa de carrera.
De Milosevic se pueden destacar muchas cosas: su garra, su lucha constante, su calidad, su fuerza, su olfato. Todas estas características, unida a su altura (1,90 metros) le definen como el delantero perfecto, un nueve de verdad, de los que cada vez quedan menos. Siempre se lo puede criticar que falló goles increibles y ese defecto no lo hace estar entre los más grandes delanteros de la historia. Savo se dio a conocer en el Zaragoza con el que logró 38 goles en 72 partidos y por convertirse en el pichichi de la Eurocopa del año 2000. Esas cifras de tantos hicieron que ese verano el Parma pagara 4.500 millones de pesetas al Zaragoza por hacerse con sus servicios. Su marcha a Italia coincidió con su peor momento y tuvo que regresar dos años después, primero al Zaragoza y luego al Espanyol.
Nuestros caminos se cruzaron en 2003 cuando el Celta se hizo con sus servicios para convertirse en el 9 del club celeste en el año de la Champions League. Su fichaje se convirtió en un culebrón debido a que los servicios médicos del Celta dudaban si su rodilla aguantaría toda la temporada. Y Savo no sólo aguantó sino que disputó 37 de los 38 partidos de Liga. Sus 14 goles no sirvieron para evitar el descenso, pero no se lo podía reprochar nada. El serbio fue de los pocos que dio la cara en todos los partidos, unos días más acertado y otros menos, pero si siempre se dejaba la piel en el campo. Un ejemplo claro es que cuando los jugadores salían de los vestuarios él era de los pocos que en vez de recibir silbidos e insultos, recibía aplausos. Su actitud fue intachable y por eso siempre fue uno de los ídolos de la afición en todos los equipos españoles en los que jugó.
La temporada siguiente se marchó a Osasuna, donde se convirtió en uno de los artifices de la clasificación de la Champions League del conjunto rojillo. En 2006 visité el Bernabeu para presenciar un Real Madrid-Osasuna. Aquel día Savo realizó un partido increible. Su juego de espaldas puso en jaque a toda la zaga merengue; no perdió ningún balón y marcó el tanto de su equipo que supuso un punto. Recuerdo como junto a Paco me puse en pie a aplaudir semejante actuación.
Un año más tarde terminó su contrato con Osasuna y estuvo un año sin equipo, algo inexplicable. Entonces a comienzos de año el Rubin Kazan decidió darle una merecida oportunidad y Milosevic no falló. El día 5 de noviembre de 2008 un gol suyo dio el primer título de Liga al equipo ruso y Savo sabía que era un momento para retirarse en lo más alto.
Savo deja el fútbol, pero su juego nunca quedará en el olvido. Gracias por todo
Nuestros caminos se cruzaron en 2003 cuando el Celta se hizo con sus servicios para convertirse en el 9 del club celeste en el año de la Champions League. Su fichaje se convirtió en un culebrón debido a que los servicios médicos del Celta dudaban si su rodilla aguantaría toda la temporada. Y Savo no sólo aguantó sino que disputó 37 de los 38 partidos de Liga. Sus 14 goles no sirvieron para evitar el descenso, pero no se lo podía reprochar nada. El serbio fue de los pocos que dio la cara en todos los partidos, unos días más acertado y otros menos, pero si siempre se dejaba la piel en el campo. Un ejemplo claro es que cuando los jugadores salían de los vestuarios él era de los pocos que en vez de recibir silbidos e insultos, recibía aplausos. Su actitud fue intachable y por eso siempre fue uno de los ídolos de la afición en todos los equipos españoles en los que jugó.
La temporada siguiente se marchó a Osasuna, donde se convirtió en uno de los artifices de la clasificación de la Champions League del conjunto rojillo. En 2006 visité el Bernabeu para presenciar un Real Madrid-Osasuna. Aquel día Savo realizó un partido increible. Su juego de espaldas puso en jaque a toda la zaga merengue; no perdió ningún balón y marcó el tanto de su equipo que supuso un punto. Recuerdo como junto a Paco me puse en pie a aplaudir semejante actuación.
Un año más tarde terminó su contrato con Osasuna y estuvo un año sin equipo, algo inexplicable. Entonces a comienzos de año el Rubin Kazan decidió darle una merecida oportunidad y Milosevic no falló. El día 5 de noviembre de 2008 un gol suyo dio el primer título de Liga al equipo ruso y Savo sabía que era un momento para retirarse en lo más alto.
Savo deja el fútbol, pero su juego nunca quedará en el olvido. Gracias por todo
1 comentario:
Muy buen artículo Marcial. Efectivamente, Milosevic fue uno de los grandes, aunque a veces pecaba de temperamental, en el mal sentido de la palabra. Pero sin duda un gran jugador. Aquella noche que mencionas en el bernabeu fue un autentico recital. Saludos y sigue asi!
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