viernes, 27 de junio de 2008

El poder de la furia (roja)

Nueva entrega de "Las connotaciones" de Francisco Cuesta Martínez

Es difícil hablar del partido de semifinales que enfrentó a España y Rusia sin caer en la subjetividad, pues como seguidor de nuestra selección que soy viendo este tipo de partidos (que por desgracia son pocos) uno se aleja del análisis objetivo y cae en el forofismo, la pasión y los nervios. Así que trataré de ser objetivo para que lo que pueda decir aquí no se pueda interpretar como un calentón fruto de la alegría y el subidón que me proporcionó ayer, por primera vez en muchísimo tiempo, nuestra selección: España.

Y es que España ayer hizo un auténtico partidazo. El mejor en lo que va de Eurocopa, lo cual me anima a estar optimista de cara a la final con Alemania. Este equipo está yendo de menos a más en el campeonato y llegamos mucho mejor de forma que Alemania a la final. Pero viendo como ganaron a los pobres turcos, el miedo se engancha en mi interior y me hace dudar de nuestras posibilidades. Y es que como dice esa frase histórica, el fútbol es un juego en el que juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania.

Centrándonos en el partido de ayer pocas pegas se le pueden poner al equipo. Salió dominante, llevando el balón al área rival con precisión y talento, y durante los primeros 15 minutos los rusos apenas pudieron pasar del centro del campo. España era un vendaval de ganas y buen fútbol, donde cada pieza encajaba a la perfección en un engranaje (y aquí destacar la labor de Luis Aragonés, callando bocas) bien engrasado y que no fallaba. Los jugadores salieron como yo jamás los había visto fuera de sus clubs: motivados, agresivos, concentrados y, lo mejor de todo, conscientes de su superioridad y plasmándola sobre el terreno de juego. Todo bien hasta que llegó el momento gris de la noche. Villa se lesionó al lanzar una falta y se perderá la final. Una noticia que podría haber sido fatal para España si no fuera porque tenemos un equipazo y Luis está sabiendo encajar y rotar las piezas. Sin embargo, tras el cambio España se vino un poco abajo, bien por el golpe moral, bien porque llevar ese ritmo de juego es muy complicado. Desde aquí y hasta el descanso el partido se movió en un terreno de nadie donde ninguno de los dos equipos tenía la destreza ni la clarividencia sufiencientes para encarar el marco rival. Los ataques rusos, que empezaron a hacerse notar, fueron anulados completamente por una defensa rocosa, compenetrada y fuerte. Desde Sergio Ramos (que ayer, al fin, cuajó un buen partido) hasta Capdevila, pasando por la pareja de centrales (Puyol inmenso ayer; Marchena gran partido también), toda la línea de atrás estuvo segura y ahogaban a los delanteros rusos, especialmente a un Arshavin que pasó totalmente desapercibido. El problema venía de delante, donde Torres, sólo tras irse Villa (su recambio fue Cesc, que hasta la segunda mitad no empezó a aparecer en ataque), no se encontraba a gusto, estaba peleón pero muy fallón, y cuajó otro mal partido. Y así llegábamos al descanso, con una España superior pero dejando una sensación de que había que tener cuidado, que Rusia podía tener sus opciones.

Y entonces España destapó el tarro de las esencias. La segunda parte fue un recital. Tras el 1-0, obra de Xavi (que tampoco estuvo muy fino pero cumplió) tras una jugada sensacional de Iniesta, Rusia desapareció del terreno de juego. Hiddink fue valiente y metió potencial en ataque, pero eso fue el error que los mató. España obtuvo superioridad en el centro del campo, y partir de aquí todo fue un camino de rosas. España tocaba y tocaba, Rusia se veía desbordada y llegó el 2-0, obra de Güiza, que reclamó ayer su puesto en el once titular de cara a la final con Alemania en sustitución del malogrado Villa. Y tras el 2-0 Rusia se vino abajo, bajó los brazos, y lo poco que intentaba fue detenido fácilmente por nuestra defensa (una vez más, esplendida). Y poco más se puede decir del partido. España fue un equipo unido, disfrutó jugando al fútbol, no dio opciones a su rival y está, tras 24 años de espera, de nuevo en una final de una Eurocopa. Sólo queda rezar (aquellos que tengan fe), cruzar los dedos (los supersticiosos) o implorar a lo que cada uno quiera para que el domingo, al fin, podamos ver como España se corona reina de Europa. Equipo hay, esperemos que no nos pase como otras veces, y tengamos que recurrir al nefastamente histórico “jugamos como nunca, perdimos como siempre

A POR ELLOS

El sesador: Si hubo leñeros ayer, esos fueron los rusos, que pegaron a los nuestros con el consentimiento del árbitro. En la primera parte debieron ver alguna que otra amarilla que el colegiado holandés se ahorró.

Y tal: Fernando Torres. Fue el peor español sobre el campo. Se le vio nervioso y torpe, incluso en jugadas fáciles. Puede que le pudiera la presión, sobre todo cuando se vio como único referente en ataque del equipo. Acabó sustituido.

Pasillo de seguridad: Varios candidatos, pero he de quedarme de nuevo con Marcos Senna. En un partido más oscuro y de menos lucimiento personal que ante Italia, el jugador del Villarreal volvió a ser clave en el centro del campo español, distribuyendo bien la pelota, robando, presionando incansablemente y apoyando a los centrales. Mejor en defensa que en ataque, mucha parte del mérito de que Arshavin o Pavlyuchenko estuvieran desaparecidos se debe a la labor del hispano-brasileño.

Culo pelao: Aquí me van a permitir el lujo de elegir como “culo pelao” al EQUIPO, en mayúsculas. La labor colectiva que se vio ayer sobre el terreno está por encima de cualquier individualidad. Ayer el mejor fue España y ya, pase lo que pase contra Alemania, que nos quiten lo bailao.

PD: Jamás pensé cuando Marcial me pidió que analizara los partidos de España en esta euro que llegaría a escribir 5 artículos, menos aún 6, así que pese a las dudas, la historia y los alemanes es el momento de decirlo. PODEMOS

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